Miguel de Unamuno nació en Bilbao en 1864. Estudio filosofía y letras en Madrid y fue nombrado profesor de Griego en la Universidad de Salamanca, ciudad en la que vivió hasta su muerte, salvo los años de exilio pues sufrió persecución por sus escritos e ideas políticas. Estuvo en el partido Socialista y se dice que hacia 1897 sufrió una profunda crisis existencial en la que ahondó sobre sus preocupaciones religiosas. Su reflexión sobre la existencia humana, la razón y la fe lo llevaron a una afirmación angustiosa de la propia existencia como una entidad contradictoria. En 1900 fue nombrado Rector de la Universidad de Salamanca, siendo destituido del cargo en en 1914 por declararse partidario de los aliados. En 1924 fue deportado a la isla de Fuerteventura, en Las Canarias, luego se exilió en París. En 1931 regresó a Salamanca donde fue nombrado de nuevo Rector de la Universidad y en donde muere en 1936 el día 31 de diciembre.
Entre sus escritos se mencionan ensayos como: Vida de Don Quijote y Sancho (1905); Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913); La agonía del Cristianismo (1926-1931). También escribió novelas como: Niebla (1914), Abel Sánchez (1917) y San Manuel Bueno, Mártir (1933), y poemas, siendo el más conocido El Cristo de Velázquez (1920).
Un poema de Unamuno:
La oración del ateo
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes, y en tu nada recoge estas mis quejas, Tú que a los pobres hombres nunca dejas sin consuelo de engaño. No resistes a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes. Cuando Tú de mi mente más te alejas, más recuerdo las plácidas consejas con que mi ama endulzóme noches tristes. ¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande que no eres sino Idea; es muy angosta la realidad por mucho que se expande para abarcarte. Sufro yo a tu costa, Dios no existente, pues si Tú existieras existiría yo también de veras.
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