domingo, 11 de enero de 2009

DAGUERROTIPO




Este poema de Hernando Sánchez fue uno de los ganadores del Concurso Nacional “Contrababel: La Poesía en los Oficios”, de la Casa de Poesía Silva y fue publicado en la revista “Golpe de Dados” número CCX, volumen XXV , Bogotá, Diciembre de 2007.
Las fotos fueron tomadas por Paola García en el Mercado de las Pulgas de Bogotá.


Daguerrotipo


La negra carpa cubre los malabares del ojo.
El lente es un ojo obturado,
una hendidura al asecho sobre la caja oscura
que espera, bajo el reflector del sol,
- la iglesia de Lourdes al fondo -
la imagen invertida y suspendida en la nada
que viajará a la velocidad de la luz
cuando se desgarre el velo.

¡No se muevan! ¡No se muevan!
Todo es tensión en el ambiente.
El hombre de boina negra,
inclinada su espalda de mastodonte
bajo la negra carpa,
abraza el cubo oscuro
del que depende su vida,
el ojo atento, buscando,
buscando la eternidad de una gota de luz en un instante.

Mira...mira a través del tunel:
piensa en la luz fugaz de los ojos de la mujer,
en la palpitante vena en la sien del hombre,
el brazo sobre la espalda de ella,
el anillo de baratillo que fulgura como un diamante.
El ojo se ha detenido en el escote de ella – el ojo es un sol-dios castigador –
¡No se muevan! ¡No se muevan!
Cuenta hasta tres...
Retira un instante la tapa del ojo de la caja
y el ojo- túnel engulle la pareja.

El ojo cegador es cubierto de nuevo.
La noche eterna de la caja entra en reposo,
sobre el trípode Nicte
presagia
la dulce tragedia de los amantes: el laberinto,
la eternidad detenida sobre la placa de bromuro de plata
tan frágil,
como la sonrisa de ella. ¡Ojo! el tiempo lo dirá...
¡Ojo! el minotauro está suelto...

La negra trompa de elefante que sale de la caja
se traga la mano de dedos amarillos – quemados por los ácidos -
luego el brazo – el necesitado brazo –
que tantea el laberinto,
reptando, tocando,
¡revelador!
¡fijador!
¡detenedor!
¡agua!
y afuera.

De las sombras salen sombras,
y sobre las sombras se detiene el ojo de cristal,
la mano las encierra en una viñeta de corazón – que miente –
“erpmeis arap sodinu “ dice,
y de nuevo la carpa negra
y de nuevo el ritual del mago que se repite,
-la mente ocupada: “con estos seis mil pesos ajusto para la pieza” –,
el ojo absorto,
el ojo como una extensión de la luz,
el ojo como la mano de Dios sobre la arcilla.

La luz atraviesa el celofán rojo,
el ojo en la mirilla superior de la caja
horada la noche primordial de los elementos,
¡revelador!
¡fijador!
¡detenedor!
¡agua!
y afuera.

Frota con agua la cartulina para que el milagro se complete,
un poco de saliva para fijar la imagen
“ haced esto en memoria mía”
Y el ojo gira en su orbita
y ve la sonrisa de la pareja cuando lee sin leer
“unidos para siempre”,
“para siempre” repite irónica la sibila en su trípode
dentro del oscuro recinto.

El brazo que ha vuelto a su lugar,
se estira: “son seis mil pesos, la propina es voluntaria”
“el que trabaja en el altar vive del altar”
y el ojo los ve irse felices por el parque.

Cierra el ojo del cíclope
recoge el trípode,
el caballito de madera,
el sombrero mexicano,
y se interna en el laberinto
de las calles
donde comienzan las sombras a instalarse.

¡Ojo! el minotauro está suelto...