domingo, 16 de enero de 2011

LOS CUADROS VIVOS DEL MUNICIPIO DE GALERAS, COLOMBIA.

Parque principal e iglesia de Galeras
Calle de San Roque
Monumento a la algarroba ( Foto tomada de Internet)
Cuadro vivo: la piedad
Cuadro vivo: Fragilidad
Cuadro vivo: Don Quijote
Cuadro vivo: la noche
Cuadro vivo religioso
Cuadro vivo: la envidia
Cuadro vivo religioso: santificar las fiestas
Cuadro vivo: no desear la mujer de tu prójimo
Cuadro vivo: la cumbia
Cuadro vivo: la boda
Cuadro vivo: no matarás
Cuadro vivo: el perdón
Perfomance
La tarima Nacho Luna y el concurso de gaita corta
Vecinas de la Alameda elaboran los adornos para vestir la calle
Músico de gaita corta
Artesano detotumos
El Municipio de Galeras, localizado en las sabanas del Departamento de Sucre – 80 metros sobre el nivel del mar- , fue erigido municipio en 1968, segregado de Sincé (se llamaba en ese entonces Nueva Granada). Tuvo su origen en un caserío indígena de nombre San Cosme, donde, en el Siglo XVIII, se refugiaron blancos pobres y mestizos negros cultivadores de caña y fabricantes de ron de contrabando. El asentamiento actual se fortaleció poblacionalmente, de manera espontánea, por el asentamiento de ganaderos que llevaban, en tiempo de verano, sus hatos a pastar a las ciénagas de la Mojana. En la actualidad Galeras es un municipio ganadero y agrícola, de 321 kilómetros cuadrados, y una población de poco más de 17.000 habitantes En Galeras se cultiva arroz, yuca, maíz, ñame, caña panelera, plátano y árboles frutales, entre otros productos.

El cuadro vivo es una representación actoral pública, efímera, de una escena detenida en el tiempo, sobre un suceso, una alegoría o un motivo, generalmente de carácter religioso, moral, histórico y a veces satírico. En el caso del municipio de Galeras, de manera excepcional, el cuadro vivo tiene como teatro la calle y recrea escenas religiosas y profanas, y cuadros tradicionales junto a escenas de alto valor estético.

Los cuadros vivos tienen origen en Europa medieval donde se utilizaron en la Semana Santa y la navidad, como imágenes religiosas que recordaban la vida de Jesús y que servían para motivar la piedad y religiosidad de la población. Los cuadros vivos, de carácter religioso, pasaron a América pero fueron desapareciendo, al igual que las representaciones teatralizadas de la Semana Santa y la Adoración de los Reyes Magos, siendo desplazados por los “pasos” o “imágenes de bulto” talladas en madera o vaciadas en yeso que aún desfilan en procesiones cargadas por los creyentes, y por los “pesebres” o “belenes”.

La Independencia, y en especial, el primer centenario de la misma, generaron un tipo de cuadro vivo, que tenía como eje temático los sucesos de la gesta libertadora y como fin afianzar un sentimiento ciudadano de unidad nacional. También reproducían los cuadros vivos “republicanos” o nacionalistas, escenas románticas de tradición europea recreando reproducciones de cuadros famosos, postales y escenas literarias, y hasta mediados del siglo pasado era frecuente en el país la exhibición de cuadros vivos paseados en carrozas para celebrar los días del idioma y de la raza.

Hoy en día pervive la tradición de cuadros vivos, con motivos religiosos, en pocos lugares de América, como Honduras, Guatemala y Venezuela. Hay algunas expresiones afines, como los “disfraces” de la fiesta de San Pacho en Quibdo, departamento del Chocó y las semana santas y adoraciones de los reyes magos en vivo.

En Galeras la representación de cuadros vivos tiene un origen incierto. Carlos Martínez Simahan afirma que “…los cuadros eran representación viva de las imágenes de las imágenes que aparecían en las estampas católicas, las cuales se prendían en las cortinas que adornaban el pequeño escenario para probar así la exactitud de la representación” (Primer Festival Folclórico de la Algorraba. Folleto promocional, 1989, pag. 28). El cuadro vivo de galeras, seguramente por hacerse en tiempo festivo ( la Adoración de los Reyes Magos) incorporó escenas profanas.

En la actualidad el cuadro vivo del municipio de Galeras tienen un carácter excepcional, no sólo por la diversidad y riqueza de las puestas en escena, sino que también por la masiva participación de los vecindarios o comunidades de calle. Se trata de una expresión popular, de carácter barrial, hecha por actores espontáneos, en su mayoría jóvenes.

La muestra de los cuadros, que dura dos horas, entre las seis y las ocho de la noche, se hace en “calles vestidas” (adornadas para la ocasión) y frente a las viviendas. La exhibición en la actualidad dura cinco días, en el primero se muestran cuadros vivos hechos por niños; los tres días siguientes, un barrio o un conjunto de calles, muestra a los habitantes de los otros sectores sus cuadros vivos, cerca de 20 cuadros por barrio o conjunto de calles. En el quinto se muestran, en la calle principal (La Concepción) los mejores cuadros.

Los cuadros tienen una rica diversidad temática y de concepciones escénicas que muestra, junto al cuadro “tradicional”, religioso o costumbrista, utilizando el frente de la vivienda para incorporarlo a la escena, o para instalar allí un escenario (caja escénica), una importante dinámica e innovación creativa propias del perfomance y de la instalación contemporánea, y de las “estatuas vivas” comunes hoy en día en los centros de las grandes ciudades. Hay cuadros con un fin puramente estético, laboriosamente trabajados por personas de Galeras que han encontrado en los cuadros vivos, su modo de expresión. Lo que llama la atención en Galeras es la apropiación colectiva de este arte popular y la participación de sus habitantes en las obras y en el arreglo o “vestido” de las calles.

La tradición de los cuadros vivos se ha perpetuado gracias a la dinámica de los vecindarios de las calles, la participación juvenil y el interés de la comunidad educativa.

La tradición de los cuadros vivos estuvo a punto de desaparecer, pero se revitalizo con la creación del Festival de la Algarroba, dedicado a un árbol (Hymenaea caurbaril L., de la familia de las Cesalpinaceae) cuyos frutos son comestibles y que es abundante en la región, razón por la cual los habitantes de Galeras eran llamados de manera peyorativa “algarroberos”. Con el Festival, esta connotación negativa la transformaron en un elemento positivo de identidad. Vale la pena observar que en el año 1956 el botánico colombiano Enrique Pérez Arbeláez llamó la atención sobre la importancia de proteger y conservar esta especie forestal, de alto valor económico, médico y cultural, ante el riesgo de su agotamiento.

El festival lleva 23 años y es administrado en la actualidad por una Corporación, legalmente constituida (Corporación Festival Folclórico de la Algarroba. Personería Jurídica No. 677 de 1990). Para los miembros de la Corporación y las autoridades del municipio el corazón del Festival es el montaje y exhibición de los cuadros vivos.

El festival tiene dos escenarios, las calles y el Parque de la Algarroba. En las calles se realizan las alboradas musicales, las “calles vestidas” y la exhibición de los cuadros vivos. El parque de la Algarroba es un excelente lugar, con una plaza pública de grandes dimensiones y una moderna concha acústica o “tarima” dedicada a “Nacho” Luna, un célebre músico de gaita corta. Allí se realizan los concursos y presentaciones de decimeros, conjuntos musicales y de danza. La plaza está adornada con un monumento escultural a la algarroba, realizado por un artista local (dos manos, una masculina y otra de mujer sostienen, a la manera de un velón de cumbia, una algarroba).

Existen otras manifestaciones de patrimonio cultural inmaterial importantes asociadas a la tradición de los cuadros vivos y que el festival también exalta. En primer lugar la tradición musical de la flauta, “gaita corta”, de seis orificios, y la cumbia o cumbión de las sabanas. En la “calle vestida”, donde se realiza la exhibición de los cuadros, uno o más grupos musicales de gaita corta amenizan el paseo de los visitantes. A la salida de la calle, concluidos los cuadros, se hace una cumbiamba – esquinera- donde los músicos, situados al centro son rodeados por los danzantes, que avanzan en círculo de izquierda a derecha, las mujeres llevando velones encendidos.

Durante el Festival se presentan grupos y personas que cantan décimas tradicionales de las sabanas. Hay un concurso y duelo de decimeros. En lo observado se presentó un grupo de cuatro decimeros provenientes de Sincé. También se presenta un concurso gastronómico de productos (dulces, jaleas) hechos a partir del fruto de la algarroba. Vale la pena señalar que hay una rica tradición gastronómica siendo su plato emblemático las sopas de mute (de zaragoza -un fríjol-, de gandul, queso y otros productos) hecha con suero, queso, ñame y aliños. Carnes de vacuno y de monte, arroces, amasijos, como el bollo limpio; la mantequilla de ajonjolí; carmañolas, arepa de huevo, empanadas, tortas de ñame, la yuca con suero, los dulces y el tradicional aguardiente de caña o ñeque, en fin, numerosas preparaciones propias de la región y del Caribe.

La “calle vestida” es un elemento importante de la manifestación. Las familias se reúnen y acuerdan la manera como se vestirá la calle. En lo observado, en una de las calles (Las Gaviotas) se dispuso, antes de cada cuadro, en el centro de la calle, un trípode con objetos tradicionales del campo y productos de la región; en otra (San Roque), se colocaron, en el centro y frente a cada cuadro, pancartas, en forma de libro, adornadas, con textos bíblicos. En el sector la Alameda hicieron arreglos con totumos.

Sorprende ver la importancia que las familias que participan en el evento le dan al “montaje” o instalación del cuadro. Pareciera que el montaje mismo fuese tan importante como la exhibición. En lo observado, reunidas las familias y contando con los “actores”, con una o mas personas adultas que dirigen la puesta en escena, se discuten todos los pormenores. Algunos se dedican al escenario, otros a los objetos o “trastos” de la escena y a la iluminación. Llegada la hora de la muestra, al atardecer, la calle es presa de una gran agitación en la que se ensaya la disposición final de los actores hasta que acuerdan, que el cuadro está concluido. Hacia las siete de la noche la exhibición esta en clímax y las calles están llenas de gente. Las personas toman fotos, comentan, comparan, hacen bromas, pero los actores permanecen quietos, serios, imperturbables frete al río humano que pasa frente a los cuadros. Finalizada la muestra, el jurado emite el veredicto sobre los mejores, las personas discuten el fallo, y la gente regresa a sus casas o se va a las actividades del Parque de la Algarroba.

Los gastos para vestir las calles e instalar los cuadros corren de cuenta de las familias del conjunto de calles, que con cuotas voluntarias y su trabajo, hacen posible la exhibición. El Festival, para las actividades complementarias como los concursos, la logística necesaria para la presentación de los grupos de música, danza y décimas, el adorno de la tarima, el equipo de sonido, la publicidad y la edición del programa y la Revista de Festival, cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura (Programa de Concertación),el Fondo Mixto de Sucre; la municipalidad y algunas empresas.

La comunidad educativa, en especial los docentes, juegan un papel fundamental en el mantenimiento y puesta en escena de la manifestación. Los principales promotores de los cuadros y del Festival son docentes y algunas actividades escolares están asociadas al trabajo de los escolares.

Tres artistas locales coordinan la elaboración y puesta en escena de los cuadros. Su misión es ayudar a los vecinos de la cuadra a materializar sus ideas para los cuadros y el vestido de las calles.

Un día antes de terminar el Festival, hay una “toma” de Galeras por comparsas del municipio y por otras provenientes de los municipios y corregimientos vecinos.

Los habitantes de Galeras se sienten orgullosos de saber, que su manifestación es única y que ha llamado la atención de muchos artistas y promotores culturales. En la actualidad mantienen los habitantes de Galeras y los promotores del Festival una gran expectativa porque sea incorporada la manifestación de cuadros vivos en la Lista Representativa de PCI del nivel nacional.

Las fotografías fueron tomadas por E. Sánchez, con la excepción, de la del monumento a la algarroba, tomada de Internet.

martes, 4 de enero de 2011

NATURALIA. UN CUENTO DE CARLOS E. SANCHEZ (TOTO)




NATURALIA

Su habitación, aunque de cartón, era la envidia de todo aquel barrio levantado sobre una abandonada vía del tren en la zona industrial, donde casi todos se dedicaban al reciclaje. Al igual que la mayoría de los que allí vivían, él había llegado con una pequeña caja y una historia que tan solo unos pocos conocían. Un día de sol se instaló en el tercer piso de la casa de doña Estela, una negra de Nuquí que había construido con sus manos la casa de madera, en la que ocupaba el primer piso. En el segundo moraban el señor Anacona y un muchacho llamado Claudia, y en el tercero estaba el pequeño cubículo de Gutiérrez.

Gutiérrez, o “El Filósofo de la Cuca”, como lo llamaban por su afición a esas oscuras galletas, rápidamente comenzó a ser reconocido entre las estrechas casas por su amabilidad y porque sabía muchas cosas sobre otras muchas cosas más. Sus vecinos se agolpaban en la puerta de doña Estela para buscarlo y pedirle consejo. En el tiempo que llevaba allí había ayudado a casi todos y hasta se había enfrentado con la Policía cuando los quisieron desalojar de allí. Hablaba sobre todo, menos de sí mismo. Su vida era su misterio, hasta que se descubrió uno de sus secretos.

Fue una tarde en que Catalina le había pedido ayuda con un problema de álgebra. Gutiérrez subió por la burda escalera de madera hasta su cuarto y allí buscó en una pequeña biblioteca el grueso libro del señor Baldor. No se había percatado de que Catalina había subido detrás de él, hasta que se dio vuelta y encontró sus ojos verdes anonadados por lo que veía. Gutiérrez no dijo nada y simplemente se sentó en un sillón mientras Catalina, maravillada, recorría con sus manos cada uno de los rincones de aquel cuarto, palpando el maravilloso tapizado de las paredes de cartón, sintiendo como desde las paredes la naturaleza entera la rodeaba, mientras que afuera las gotas golpeaban contra el techo de zinc y Monserrate apenas se asomaba en medio de las nubes. Acarició las paredes con cariño, impresionada por esa obra, hasta que sin querer encontró un pequeño espacio vacío. Miró a Gutiérrez buscando una respuesta a ese espacio, pero solo recibió una mirada sorprendida.

Catalina bajó con el libro de Baldor abrazado, y aunque Gutiérrez le pidió que no le dijera nada a nadie, ella se encargó de ir casa por casa contando lo que había visto con sus propios ojos color de aceituna. En pocos días todos sabían del singular tapiz que existía en el cuarto de Gutiérrez y del pequeño espacio vacío que este tenía.

Todos se morían de ganas de ver esa maravilla, pero Catalina les había pedido que no dijeran nada hasta que estuviera completo; entonces todos se comprometieron no solo a callar sino a ayudar para completar la obra. De noche y de día los habitantes del barrio buscaron entre la basura la partecita de 5 X 7 centímetros que faltaba.

Fue un trabajo que les llevó meses, especialmente porque era indispensable encontrar el papel correcto en medio de tantos que se le parecían. Tuvieron falsas alarmas, hasta que por fin Monina, la menor de los Hernández, encontrara el papelito tirado en la calle a la salida de la escuela. La niña corrió presurosa hasta el barrio y se lo entregó a Catalina.

Nadie se imagina lo que sintió el viejo Gutiérrez cuando descubrió dentro del grueso volumen del álgebra la monita de Chocolatina Jet número 42, “Cañón del Colorado”, que le hacía falta para completar su obra...