domingo, 18 de abril de 2010

ALFREDO VANIN ROMERO: EL POETA DEL MAR PACÍFICO

Foto Enrique Sánchez
" El poeta, etnólogo y escritor Alfredo Vanín nace a orillas del río Saija, cerca de Guapi, en 1950. A los catorce años de edad mostró sus dotes poéticos con la escritura de una poesía que él mismo llama amorosa, y que fue recogida en su primer libro de poemas titulado Alegando que Vivo en 1967. El maravilloso entorno de su infancia va plagar toda su obra de una complicada cosmovisión entre afro-descendiente, hispánico e indígena que aparece en sus poemas trenzada como en un laberinto. El estudio de la literatura y la antropología le va a aportar a su bagaje la mitología griega, y la encontraremos en gran parte de su obra creativa siempre en referencia al mar. Entre historias de tundas y sirenas, de antepasados aherrojados y de buscadores de oro y de esperanzas que corresponden a símbolos de esas diferentes culturas, Alfredo Vanín reconstruye el Pacífico Colombiano. En sus poemarios, la naturaleza, el mar, los golfos, los acantilados, los arrecifes, el mangle se convierten en vehículos metafóricos del erotismo y de esa poderosa voluntad de rebeldía y confrontación constante con el statu quo que puede verse mucho mejor reflejada en sus novelas. La obra de Alfredo Vanín puede leerse como un diálogo de culturas muy diversas que han convergido y se han trenzado y han fundado un nuevo universo amalgamado, capaz de dar cuenta de una realidad mucho más compleja, es decir, mucha más heterogénea.

En la literatura del Valle del Cauca, hacía falta un escritor que hiciera relatos sobre la vida de Buenaventura, capital del Pacífico Colombiano. Su obra narrativa es urbana, y está claramente relacionada con Virginia Wolf, James Joyce y Marcel Proust. La memoria es la motivación principal de cada una de las dos obras, y en su aún muy reciente novela, la memoria se configura en el tropo que da estructura a la narración. En Los Restos del Vellcino de Oro (2008) el narrador busca por las calles angostas, maltrechas y oscuras de la periferia de su ciudad al último de un linaje de rebeldes que había conseguido no doblegarse ante la presión del Estado; busca en los lugares invisibles la última pieza viva del rompecabezas de su génesis, cuando la rebeldía los había unido. Ésa búsqueda por la ciudad desencadena también un recorrido por los callejones de sus recuerdos, minas que se encuentran de repente con la realidad y le hacen avanzar en su peripecia, hasta que ésa singladura improvisada lo lleva, al fin, al lugar del encuentro con el fugitivo Santiago. Santiago ha huido por años de los asesinos del Estado y ahora, acorralado, está a punto de salir para siempre de Buenaventura. Su lucha por la justicia social, que es al fin y al cabo parte de la lucha por la libertad, se había convertido en los últimos años en su propia cárcel, aislado, disfrazándose de él mismo para que los asesinos no lo encontraran, y ya se estaba ahogando. El deseo de conservar esa memoria con vida no es un artificio literario, sino que es parte de la concepción histórica de una cultura, para quienes las prácticas orales no son simple "tradición popular", son el registro de sus experiencias colectivas en un lenguaje que les es propio.
Aparte de la cepa cultural del pacífico, Alfredo Vanín habla del cimarronaje y lo actualiza. En Los Resto ... la lucha por la libertad se refleja incluso en el erotismo de Telma y el narrador, quienes trazan recorridos urbanos e improvisan encuentros en las encrucijadas de su ciudad. Los dos buscan encontrarse en libertad con el otro, sin singladuras, sin planes preestablecidos, para no traicionar los más profundos anhelos que desde niños han cultivado. La historia de Buenaventura ha sido una historia de infamias ignoradas por el resto del país. Sus calles hierven de luchas clandestinas que son sofocadas por las oscuras fuerzas que ahí anidan. Cómo no sospechar que el puerto colombiano más importante del pacífico se esté hundiendo en sangre. Por fin, un escritor introduce a Buenaventura en el ámbito literario e intenta contar lo que nadie antes ha contado, lo que en todos los demás medios se ignora o se calla. En su poesía, el erotismo también ocupa un lugar determinante, y está atravesado por esa fuerza indestructible de la libertad, que él se encarga de exaltar como un asunto épico.

Su obra lírica está atravesada por la idea de César Vallejo de encontrar un lenguaje poético propio. Es por ello que de ella, y del resto de su obra, no se puede hablar en términos de oralidad pura, por ejemplo, sino de una amalgama pesada y medida minuciosamente por él, y que dio por fin a luz en 1990 con su poemario Cimarrón en la lluvia, la cual es para el autor la obra que revela su arte poética. En Islario (1998), Desarbolados (2004) y Jornadas del Tahúr (2005) revela una nueva dimensión del hombre, apoyándose en ángulos más universales, tales como los relatos míticos recurrentes en diversas culturas de todo el globo, o que son compartidas por el fenómeno de sincretismo, característico de la zona pacífica de Colombia. Cimarrón en la Lluvia ha sido estudiada por Stella Vidal, quien ha dicho que se trata de una poesía sin anécdota. Alfredo Vanín ha sido también invitado en dos ocasiones al Festival de Poesía de Medellín, en 1999 y en 2001.

Como etnólogo, es considerado por muchos como el más apasionado y comprometido representante de la causa afro-colombiana del pacífico. En torno a este tema ha elaborado en compañía de otros grandes investigadores cuatro obras de etnología. El primero con Álvaro Pedrasa, "La vertiente afro-pacífico de la tradición oral" (1986); el segundo con Nina de Friedemann, "La magia y leyenda en el chocó" (1995), el tercero y el cuarto son dos recopilaciones de relatos orales llamados "El príncipe Tulicio" (1986) y "Relatos de mar y selva" (1993). Cabe destacar que estos trabajos le han merecido la atención de investigadores internacionales y ha sido invitado al Festival del Imaginario, Casa de la Cultura del Mundo, en Francia durante el 2008 y la Feria del Libro de Guadalajara en 2007, en que leyó su texto de prosa poética "Ariadna" (este texto puede leerse aquí en el CVI). Entre el 2002 y el 2006, Alfredo estuvo dedicado a desempolvar los documentos de sus trabajos con CINARA (Instituto de Investigación y Desarrollo en Abastecimiento de Agua, Saneamiento Ambiental y conservación del recurso Hídrico), con quienes ha trabajado directamente en varias comunidades marginales de toda índole, en proyectos de conservación de la biodiversidad o de organización comunitaria con el fin de escribir dos guiones documentales sobre los resultados a largo plazo de estos trabajos. Los dos fueron presentados en México y Estocolmo. Este trabajo ha sido parte de su vida siempre, pues desde el comienzo se dio cuenta de la indiferencia con que los gobiernos colombianos han mirado a la mayoría de poblaciones campesinas y étnicas".
Alfredo Vanín vive actualmente en Cali.
(Tomado del Centro Virtual Jorge Isaacs, una página que recomendamos a todos los cibernautas. http://dintev.univalle.edu.co/cvisaacs )


Andenes

Y he aquí que escribí los más altos poemas
cuando me hallaba en el presidio, muy cerca de las costas del mar.
Pero juré un día volver a las luces agónicas de Londres
a las ensangrentadas piedras de Memphis
a las rocosas islas de un Caribe remoto
en medio de las olas que el mar impuro no reclama.
En aquellos tiempos las novias tenían la certeza de que no volvería
y aquello anegaba mi alma de una dicha inefable, parecida a la que guardan los ángeles
en las edades de quimera.
Salvo por las norias humanas de Blade Runner,
supe que este ya no era mi siglo: se había ido entre fantasmas,
había emigrado entre marinos de fanfarria, clonado por una máquina hechicera.
Por eso fui en busca de luz y tuve contacto con seres de otros mundos:
tigres marcados, arañas dobles,
hombres fosforescentes, mujeres como espejos de bronce,
vi la existencia equívoca y conocí la esencia de los mares.
Todo eso me fue revelado
para que un día predicara lo desconocido.
Pero no fui escuchado, me dieron a cambio las prisiones por casa
y estando allí recordé las visiones y escribí los más altos poemas



Zarzamora


Quise incitar el largo convite
de tu risa
negar el río sojuzgado
y entrar en las ardientes materias
de la gracia
me apresuré buscando fuego
incienso que atesoran los camaleones
centellas de unicornio no doblegadas a la hora
del león rampante
y traviesos veleros
robados a viejos pescadores del golfo
para acrecentar los festines de la madreperla.

Y he aquí que arpías y boleros
pregonaron la fama:
las mercenarias galerías cobijaban ahora
tus deleites
el viento destilaba un espeso alquitrán
y en tu deriva hembra
se marchitaban los dragones
dignos por lo demás de ciertos ecos.

Entonces sepulté mis navíos
aplacé para otras lunas la navegación del
hechizado
y entoné cánticos de alabanza
a las discordias del fauno que se queda ciego.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por mostrarnos a todos los afrocolombianos que si podemos aportarle a esta sociedad. Que todos conozcan como vivimos en el Pacífico, apoyémonos, no reneguemos de nuestra raza y leguemos en nuestros hijos la autoestima, el orgullo de ser negros y que todos sepan que no nos avergonzamos de serlo.

Anónimo dijo...

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