jueves, 1 de mayo de 2008

VIDA Y MEDIO AMBIENTE. ENTREVISTA CON DON MANUEL ARIAS, MAESTRO RURAL DE RÍOVERDE DE LOS VENADOS EN LOS ANDES DE COLOMBIA




Vida y medo ambiente. Una entrevista inconclusa con un anciano maestro rural en los Andes de Colombia.



Primera parte

Por Rafael Benjamín

Don Manuel es un viejo maestro de escuela que vivía en una vereda rural llamada Rioverde de los Venados en los Andes centrales de Colombia. La entrevista la realicé a comienzos de los años 70 en dos sesiones. Una tercera entrevista se vio frustrada por el conflicto armado interno que vive el país. Rioverde fue abandonado, su población desplazada y perdí las pistas del maestro. (La fotografía del maestro se muestra en el encabezado de esta entrevista).

¿Usted enseñaba religión en su escuela?

No, no se enseñaba de manera específica porque toda la educación es religión

Usted Se formó dentro del catolicismo, ¿verdad?

Si, me formé en una ambiente muy católico pero abandoné los cultos cuando estaba en primero de bachillerato. Durante la secundaria quise conocer el hinduismo pero no tenía acceso a sus textos. Me hubiese gustado adentrarme en el Rigveda el primer libro religioso de la India que encierra tanta sabiduría acumulada en antecedentes que se remontan a cinco mil años antes de le era cristiana.

¿Decía Usted que conocimiento y religión son lo mismo?

Al menos en el hinduismo. Veda es conocimiento, y conocer es una actividad que da esencia al ser humano, pero conocer no es solamente razonar, es trascender la materia, es renacer en la iluminación. Esa es una de las ventajas del hinduismo; en la vida es suficiente con vivir iluminado, ese estado de gracia que da el conocimiento profundo (que une razón, intuición y trascendencia) y esto hace innecesaria la manifestación de la existencia de Dios.

Para vivir en Dios no hay que creer en Dios o en los Dioses, y menos en esa imagen burda, patriarcal del monoteísmo. El politeísmo indú al menos nos remite a una metáfora dialéctica del universo. Pero, bueno, no soy indú, y si lo fuese quizás sería un adivasi panteísta. Ni me caben en la cabeza los hermosos recitativos en Sánscrito de los vedas, y el Shashvata o la verdad en si misma sucumbe en mi cerebro frente al relativismo que padezco con santa resignación volteriana.

Pero es usted cristiano...

No, pertenezco a una cultura marcada por el cristianismo pero no. Del cristianismo rescato las sencillas parábolas del Evangelio. El Viejo Testamento o La Biblia es el mito histórico de fundación del pueblo judío, centrado en el patriarcalismo y la adhesión a la tribu.

Algo que le guste del cristianismo...

Hay una imagen que siempre me ha gustado, la del resucitado.

Se queda pensando recostado en la baranda del corredor de sus casa. Continua hablando en voz baja, despacio, no se dirige a mí. He muerto y resucitado varias veces en mi vida. No se cuantas me falten y si tendré la voluntad, energía, intuición y paciencia para volver a levantarme. No hay un método, pero quizás si una sabiduría instintiva en el arte de resucitar. Tal vez suceda por obra de un milagro.

Y como regresando a la escena de la entrevista agrega: Como te dije, la imagen que me gusta de Cristo es la del resucitado, no la del hombre vencido, aporreado y clavado en la cruz.

Otra imagen que amo, a pesar de su dolor, es la del descendimiento de la cruz. Es la imagen viva de la compasión como el supremo sentimiento de la condición humana. María y sus amigas y José de Arimatea se duelen de ese ser humano ultrajado y derrotado por la muerte, lo acunan en sus brazos y se disponen a enterrarlo. El cuerpo, una reliquia, adquiere una dimensión sagrada y universal. En ese hombre agonizante o muerto está la humanidad entera. La madre conoce la tragedia. Lo mataron porque se decía el hijo de Dios, y la realidad es que todos lo somos, y murió víctima de la incomprensión humana de esta sencilla evidencia. La madre abraza en su hijo a todos, inclusive a sus asesinos. Es la imagen de Antígona enterrando a su hermano Poliníses. Es el Coronel que entierra al médico en La Hojarasca, la novela de García Marquez.

Esta es una época complicada, y pareciera que las grandes religiones están en crisis...¿verdad?

El siglo XXI se asoma, con un vacío inmenso de liderazgo espiritual. Tal vez sea necesario crear círculos y redes horizontales que ejerzan una crítica activa al despotismo, a la violencia en todas sus manifestaciones, a la comercialización de la vida espiritual, al consumo dañino contra el medio ambiente y la salud humana y a la explotación económica de los seres humanos, y que hagan de la vida cotidiana un ejercicio permanente de libertad y creatividad dentro del respeto a la diferencia y el respeto a la vida e intimidad personal y familiar. Comunas espirituales, redes de personas que abrazan la utopía de construir un mundo mejor.

¿Quizá se ha perdido la dimensión espiritual de los seres humanos?

Pareciera que el ser humano ha renunciado a las preguntas fundamentales de la existencia. ¿Cuál es la razón de la existencia del mundo?¿ quiénes somos?¿ de dónde venimos? qué hacemos en este planeta? ¿qué nos une a los otros seres vivos? ¿somos guiados por designios que no conocemos? ¿cómo conocer esos designios, leyes o principios que gobiernan el movimiento y la permanencia de las cosas? ¿ por qué pensamos estas preguntas?¿ somos libres?¿ por qué vivimos en sociedad? ¿qué es lo que hace posible al vida social? ¿cómo debemos vivir los seres humanos? Estas preguntas se buscan resolver desde la razón y la intuición trascendental. La filosofía moderna – a partir de Descartes – ha apostado todo al razonamiento olvidando muchas veces que estas preguntas son la base del edificio de la ciencia y el pensamiento. No vemos su papel ni notamos su presencia en las definiciones que hacemos de las cosas, pero están ahí. Como el lecho de un río diría Wittgenstein.

Ideológicamente se refuerza en la educación la idea de que somos diferentes al resto de especies animales.¿ Cuál será la consecuencia de todo esto?
"Somos animales, como los demás, eso es lo hermoso de esta existencia" me responde don Manuel.

Se acuerda de su maestro, el hermano Octavio un educador lasallista sabio, amigo de las ideas de Teilhar de Chardin, y bondadoso que atendía sus dudas y quejas con paciencia de santo. Don Manuel lo remeda fingiendo su voz : el ser humano pertenece al reino animal. - Desde Aristóteles le atribuimos reinos a la naturaleza comenta -. Pertenece el ser humano al grado metazoo, al filo cordado, a la clase de los mamíferos, a la subclase de los euterios, al orden primate, al suborden antropoide, a la familia homínido y al género homo. Eslabones de un camino de desarrollo y crecimiento espiritual. Alegaba el religioso que en cada paso recorríamos el universo entero. Eran estadios de la evolución de la materia y el espíritu y los estadios de la evolución los llevan las especies como una impronta invisible Pero yo dudaba. A veces me parecía más noble, más evolucionada que el ser humano, Micaela, una mono tití que teníamos en casa.

Somos un mico vestido que le tiene pavor a la muerte. Lo único noble que tenemos, es el ser mico, el haber seguido ese camino de la sociabilidad animal. Al hermano Octavio le fascinaba reconstruir esa marcha del lemúrido hacia ese ser que por necesidad se levantó en dos pies. Y según el maestro, hace dos millones y medio de años el ser humano había empezado a guiarse por los sueños. Desde Africa, según él, comenzaron varias humanidades a fundirse en una sola. Desde el Valle del Riff, acosados por otras especies y por el hambre, comenzaron a cubrir este espacio de sentido, de la cultura, de seres que se guían por el sueño y también del temor a la muerte.

Y agrega don Manuel : La unidad compleja que es una persona humana es a la vez un animal primitivo, un animal cultural, un ser social y un ser trascendente. El instinto, el yo volitivo y la consciencia, trenzan el hilo frágil que gobierna este animal social y trascendente. Y este hilo se enferma y debilita y en ocasiones se rompe ocasionando la muerte cultural y psicológica.

Negar el instinto, negar el substrato inconsciente en las personas, es una tontería tan grande como negar la ley de la gravedad en el universo.

El hilo frágil que forman el instinto, el yo volitivo y la consciencia cuando se debilita y enferma puede ser recuperado, fortalecido pero deja una impronta en al personalidad que no es un defecto. Es una señal que le dice y le dirá siempre, que es posible recaer, y que hay que estar vigilante.

Amo el animal, la bestia que me constituye. Gracias Darwin por devolvernos a nuestra escala y dimensión zoológica –no te perdono tu determinismo biológico. Gracias Freud por reivindicar nuestro instinto primitivo y nuestro sueños – no le perdono sus especulaciones dogmáticas y narcisistas sobre la cultura y la sexualidad -, gracias Marx por mostrarnos como detrás de las transacciones comerciales se ocultan crueles relaciones de poder – no le perdono su dogmatismo político y tu determinismo economicista - . Kepler, Newton, Darwin, Freud, Marx, grandes hitos del pensamiento humano de occidente. Nos enseñaron grandes verdades, despojaron al animal humano de todo adorno metafísico, dijeron una que otra tontería y hoy los recuerdo y perdono. Desnudos debemos recuperar nuestra condición trascendente, si queremos sobrevivir. Sólo gana la fe quien la ha perdido….

Pero hay una conciencia…

El dualismo más primitivo es el de diferenciar el cuerpo de la conciencia (cuerpo – alma en la dialéctica platónica y cristiana). El ser humano piensa con todo el cuerpo. El cuerpo hace parte de la psicología de los seres humanos. Luego vendría el dualismo positivista que escinde el sujeto que piensa del objeto pensado, pero so es tema de otra conversación...

¿Y el instinto y el deseo?

No se puede confundir el instinto con el deseo. El deseo pasa por la criba de la cultura. El deseo es una fuerza, la corriente de un río poderoso que puede destruir, o que puede ser canalizada y modelada para mover los molinos que transforman, el bicho que somos todos, en un templo.

¿Se trata de un nivel de la conciencia, lo perceptivo, lo relacionado con su entorno?

No exactamente. El ser humano piensa a partir de, y con su entorno. Se mueve en un campo relacional como un pez en el agua. El Individuo de la especie humana, como sujeto, se gobierna y se desenvuelve gracias a una serie de funciones intelectivas complejas, al lenguaje, a las relaciones que existen entre las cosas – el entramado de la realidad y el pensamiento - y a un substrato inconsciente. Estas dimensiones le permiten relacionarse con los demás y con su entorno, adaptarse al medio físico, biológico y social, hacer síntesis novedosas en su pensamiento y crear y modificar la realidad en la que vive. Como yo volitivo, toma decisiones y corre riesgos. Y está dotado de una conciencia que lo singulariza siempre, – como persona -, en cada momento y en cada lugar, y que lo hace sentirse trascendente, o el más angustiado de las criaturas vivientes.

Individuo – yo volitivo - persona - consciencia son dimensiones de una misma realidad: el ser animal/individuo /persona humana.

De repente don Manuel se queda pensativo, aspira su pipa…..y empieza a hablar para sí mismo, como orando.

El nirvana en la versión Zen es el no movimiento, la consumación en el todo. Por qué no pensar en el todo como energía, movimiento y transformación perpetua, como en el pensamiento original de los vedas donde todo es nacimiento. Podríamos pensar también que el ser humano – y seguramente muchos otros seres inteligentes de otros planetas – son instantes fugaces de la autoconciencia de ese todo que nos incluye y a la vez nos hace únicos…
Se queda en silencio. Atardece. Doña Ana, su esposa nos trae café recién preparado.

[ Del cuaderno de notas de Don Manuel] Dirá el místico en el centro sagrado de su maloka: A veces la conciencia se fragmenta y disuelve el sujeto /O se incendia como una llama que todo los trasmuta./ Y hasta los límites de la muerte se hacen inciertos./ Icaro que no cae porque el mismo es un sol sin alas,/ y porque no hay caída donde el espacio ha dejado de existir./ Gran Padre / Madre Grande,/ dadme sabiduría par incendiar la flama que me une al universo vivo y luminoso de la conciencia. Lo primordial, el agua, la tierra, el aire, las montañas, el vuelo. Consciencia incipiente de las cosas. Un abismo que se abre arriba y abajo, y en el centro mismo, Uno…

Usted…dije interrumpiendo su silencio, habla de una conciencia cósmica...

La consciencia incipiente de las cosas es una dimensión cósmica de la existencia personal. Es un sentimiento de unidad y solidaridad con lo existente como un milagro primordial del que somos parte y al que podemos ayudar sosteniendo la vida, trascendiendo ese pedazo de polvo y ceniza estelar que somos cada uno de los seres humanos.

En un sentido más amplio nuestra casa es el planeta tierra. Una esfera errante atada al sol. Nació hace 4600 millones de años. Se formó de desechos reciclados de las inmensidades del cosmos. La creación fue un acto de reciclaje. Un bricolage salido de la mano de Dios.

Pero todo es en definitiva materia…
La reutilización de materiales de deshecho tiene un cierto encanto, el de la deificación o espiritualización de la materia. Al fin y al cabo todo lo que utilizamos son materiales de reciclaje. El arte es más preciso que la física porque habla de los materiales. No de la materia. La materia es una abstracción. Cada material convoca a un sueño particular, a un uso que le es propio.

Somos uno y todo. Nuestro nexo es con todas las expresiones de la vida. Concluye don Manuel.

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