lunes, 17 de marzo de 2014

SOPA DE CABLES. NUEVOS POEMAS DE H.SAGUT

1.
Aquí estoy

Aquí estoy:
desierto
frente a mi sopa de cables
erguido en la mitad de la noche
ahuyentando
demonios
que se camuflan en el aire.

  
2.
 Hoy quiero darle tres trompadas al destino


Hoy quiero darle tres trompadas al destino,
morder el sol
y jugar a los naipes lo que queda,
resto, escoria o cachivache,
corazón que fuese un día
huerto y cruce de caminos,
hoy abandonado
de todo abandonado.

De todo abandonado,
quiero  hoy darle tres trompadas al destino.

  
3.
  Tres no más


Necesitarás – te dijo en su silencio el corazón -  una señal, una sola para llenar los pulmones de aire, morder el sol, darle tres trompadas al destino y continuar la marcha buscando la puerta oculta sobre el cristal.

  
4.

Tu nombre puede ser un pedazo de chatarra

Tu nombre puede ser un pedazo de chatarra, un juguete de cuerda,
una galleta de la suerte, una máscara rota,
una navaja de hoja cortante.

Tu nombre resuena en el espacio oscuro de la sala
donde cruza silenciosa
una vetusta nave poblada de sueños.

 5.

Tengo el alma gastada de tanto vagar

Tengo el alma gastada de tanto vagar, de tanto arrastrar mi sombra por una ciudad que me ignora cuando estoy triste.
Sé que moriré víctima de un atraco cuando suba a Montserrat a mirar desde sus cerros el horizonte perdido de un fósil.
Van  a atravesar mi corazón con un cuchillo para robarme los zapatos tenis  y el  dinero del pasaje en bus que oculto entre mis medias.

Van a decir que de tanto preguntar por la misteriosa morada de un fósil estoy perdiendo la fe.




Bogotá: Imágenes del cerro Monserrate. Fotos de E. Sánchez

jueves, 13 de marzo de 2014

DUNAS

Dunas: Grafismos de Nadiel Rodriguez






                   
                                Dunas
Es el recuerdo del  viento contra las dunas
cuando asilado entre el dextrum de la piel y la arena
me desnudé de mar.

lunes, 11 de junio de 2012

EL ARRECIFE AZUL

Presentamos las fotografias de Hes  tituladas " El arricefe azul".







FATUM: POEMAS DE HEREN SAGUT





Nos envían los siguientes poemas inéditos de Heren Sagut. La ilustración es de Hes.



Fatum



Bajo un tenue manto lunar 

el tiempo detuvo su marcha.


La noche inmensa

se abrazaba al Cerro Bravo

para detener la inevitable caída

de tus  párpados,

la huída de la piel

acariciada por la inmensa bóveda del cielo.


Te disolviste en el sueño

como un fragmento de luz

sobre un espejo roto,

y en el corazón de la hierba

aún duerme tu nombre…



Una señal, una esperanza


La ciudad era como el fondo triste

de un circo abandonado.


La esperabas con una señal de esperanza

entre los dientes

y una retahíla de palabras inconexas

que nunca dijiste. No era necesario.


Llegó con sus alas mojadas

pero era otra,

con el corazón roto,

y una sombra dolorida

sedienta de ternuras.



Libración



¿Por qué este cotidiano morir?

¿De dónde esta ansiedad densa y oscura?

Es este andar sin rumbo cierto

¿un huir?

¿una búsqueda?


Sangran las palabras en su infinito silencio…





Yo sé



Yo sé

que  los reflejos de luz

que  sobre el agua

se robaron tu cuerpo,

cruzan el firmamento de mi noche

y de tu mano vencida por el sueño.

Yo sé que una flor se abrirá en el viento

cuando me pidas,

una taza de café,

un beso,

y una hebilla para tu cabello.


Yo sé de ti,

cosas que no sé…



Declivio



Después de jugar tu vida

en los límites de la noche,

regresas siempre por caminos diferentes.

Son tristes los pasos de tu andar

y más triste su eco contra las paredes desiertas de la calle.


La sombra de un perro te acompaña hasta mi puerta.




La vida que fue



Son mis huellas

signos rotos sobre el camino.

Son el cuenco y la sed,

y se ha escrito que el eco de otros pasos,

otros corazones, recorrerán los caminos,

los gastados caminos de piedra de mis antepasados.


Ya vendrán con su risa y su llanto,

ya verán mis alas  abandonadas en la cuesta,

ya verán mis bendiciones

desde el cielo.



viernes, 8 de junio de 2012

IXCHEL. POEMAS DE CAMILO DIAZ-BAR

Les ofrecemos nuevos poemas de Camilo Díaz -Bar con ilustraciones de Nadiel Rodriguez.

Ixchel

Te amo ahora que estas lejos
y triste mi corazón
te llama.

Te amo Ixchel
luna errante
que cruza mis sueños.

Te amo
en mi espera
para compartir contigo y sin agenda
los alimentos
de mi mesa.

Te amo en mi tiempo vacío también
cuando el poema es un insecto blanco
detrás de mi ventana,
y nuestro amor
es una débil llama
en los brazos del viento.

Madrugada

En esta madrugada,
ceñido a tu cuerpo desnudo,
navegando en el eco de tu corazón,
he sentido ceder el tiempo
como una mariposa que resposa frente al mar
mecida
bajo la tibia sombra de un almendro.

Para llegar a tí, Ixchel

Para llegar a tu puerta
mil veces debí errar,
mil veces morir,
mil abismos,
mil flores,
navegando en el sueño.

Y aquí estoy,
desiertos los ojos,
de regreso de una noche insomne
ante tu puerta otra vez,
como un aprendiz de silencios,
como un ángel sin alas,
y ni siquiera un poema
que ilumine ante tu puerta,
mi último extravío.

Escucha Ixchel el clamor del viento,
escucha la fugaz canción
que gime en mi piel.
Esta noche,
junto a tu puerta,
conmigo
lloran las estrellas.


 Ixchel 1

 Ixchel 2

 Ixchel 3

Ixchel 4

miércoles, 30 de mayo de 2012

OLINDA, BRASIL. IMAGENES Y UN POEMA RECORDANDO A HELDER CAMARA

Nos envían imagenes de Olinda, Pernambuco, Brasil, uno de los primeros centros urbanos y portuarios establecidos en este extenso país. Hoy en día es un lugar turístico integrado a la ciudad de Recife. Olinda es una colina de calles estrechas y empedradas con casa hermosas y numerosas iglesias y conventos antiguos. Muchos artistas y artesanos viven allí. Es famoso su carnaval y su museo de títeres, (mamulengos) del nordeste. Aprovechamos la ocasión para incluír un poema de Rafael Benjamín dedicado a Helder Camara, Obispo de Recife, famoso en los años 60 y 70 por su dedicación y lucha en favor de los pobres. Fue uno de los pilares de la llamada "teología de la liberación". 


Ante la tumba de Helder Camara


La colina de Olinda reverbera bajo la antorcha del sol

y mi caminar lento por las calles empinadas me lleva al fresco vientre de la iglesia

donde reposan tus restos.

Entra un grupo de turistas asiáticos  y cruza veloz  por las mudas naves

registrando con sus cámaras, sin ver,

los detalles de la arquitectura y sigue su camino.  

Y la iglesia queda sola como una ballena varada en la playa.

Aquí estoy, en la penumbra, sentado frente al rectángulo de mármol

que sobre el piso de adoquines rojos de arcilla

dice  que allí, debajo,  estás: Helder  Camara arcebispo de Olinda e Recife

Bajo tu nombre un ave en vuelo

me dice

que allí no estás,

que fuiste un eco profético del corazón en llamas,

un inútil deseo del Dios abandonado que seguiste.


No recuerdo ninguna oración.  

Golpeo tu tumba para despertante,

pero sé,  

que allí estás,

que allí no estás,

que no duermes,

porque mientras exista  tanta miseria en este mundo,

tanta injusticia y desigualdad en nombre del progreso,

tanta hambre de comida entre los pobres,

tanta hambre de riqueza entre los ricos,

tanto odio en nombre de Dios,

tantas prisiones en nombre de la libertad

y tanta vanidad en los corazones de los seres humanos,

no tendrá descanso tu alma de pastor de ovejas

que manos ajenas esquilan,

y que lobos voraces devoran.

Temo mi querido peregrino del más allá

que predicaste en el desierto,

y que  en este tiempo vacío cuando la mañana no viene

y las ventanas no abren,

lo mejor es irnos a la playa – yo invito-

tomarnos una caipiriña, comernos un acaraje con carne molida

y echarnos en la arena a escuchar la música de las olas.


Una comparsa de frevo me devuelve al irreal mundo de la calle.


Hasta luego Helder:

si ves a Gerardo Valencia dile que su ejemplo, al igual que el tuyo,

son un baluarte de la fe en lo trascendental de la vida,

y en ella,

de la existencia humana.


Llega la noche y desde la colina, Recife parece un río de luciérnagas.

















miércoles, 11 de abril de 2012

JARARA: UN POEMA DE RAFAEL BENJAMÍN






Foto: E. sánchez




Jarara




Las cabras corren hacia el corral espinoso.
Desde el letargo del chinchorro veo descender el globo del sol
y la anciana de manta negra
y rostro ennegrecido,
sigue urdiendo las coloridas cuerdas de lana.
De la serranía de Carpintero viene un viento
que hace crujir las varas de cardones y trupillos de la casa.
De las manos arrugadas salen haces de luz
y el ojo redondo de un chivo, recién sacrificado,
me mira acusándome: ni alma ni sombra,
gusano primordial
detenido en la oquedad de una hamaca.
Cruzan distantes las nubes como milanos
y arde de luz el cementerio con sus tumbas encaladas.
Ni alma ni sombra: nadie lavará tus huesos.
Una Ranger de placas venezolanas se detiene en el centro de la ranchería,
una radiogravadora aturde la tarde
- una guerra declarada al silencio - ,
los hombres que vienen armados buscando una razón para quedarse,
traen botellas del Old Parr, pero las mujeres se han ocultado.
La anciana está inmóvil bajo el cielo inclemente,
su imagen ennegrecida se refleja en los anteojos de espejo,
así permanecen, quietos, atrapados por la luz,
dan vuelta y se marchan.
Una mano me ofrece un mate de agua.
La suave y arrugada mano se posa en mi pecho,
entre sus dedos se desgaja el tiempo,
ella sabe que soy alguien que mendiga la muerte del recuerdo,
alguien con el alma molida entre guijarros,
alguien que espera el frescor de la noche para retornar al camino.
Canta muy quedo, muy cerca de mi oído
anudando silencios,
sin otro bien que el aire que compartimos,
y el anuncio de la luna que sale con una aureola blanca,
Pülowi anticipando el milagro de la lluvia.
Jarara:
el molino de viento gime y se duele
y una grieta invisible se abre
como una flor de algodón, como una leve hoja,
que se abandona al dulce abrazo de la noche.
Ni alma ni sombra,
el respirar lento de la tierra.